Prensa Libre - Edición Electrónica
Guatemala, 3 de diciembre de 2009
Guatemala, 3 de diciembre de 2009
Opinión
ALEPH
Carolina Escobar Sarti
20 bases militares
Cuentan que uno de los momentos más crueles se vive cuando una víctima de tortura cree que ya terminó el suplicio y éste vuelve a comenzar. En medio de una renovada y absurda polarización en Latinoamérica, hay un ruido de tambores que me pone nerviosa. Apenas comenzábamos a respirar luego del fin de los conflictos armados en el continente (o a lo mejor así lo quisimos creer desde nuestro más sentido anhelo de paz), cuando una nube negra amenaza con situarse de nuevo sobre nuestras cabezas.
El convenio entre Colombia y Estados Unidos para establecer siete bases militares estadounidenses en territorio colombiano levantó mucho polvo; sin embargo, ahora tendríamos que sumarle a lo anterior cuatro nuevas bases estadounidenses en Panamá, todas con sus respectivos sistemas de espionaje. Definitivamente, un salto atrás para una nación que peleó su soberanía hasta la expulsión de las anteriores bases militares de Estados Unidos en ese territorio.
Estados Unidos justifica la expansión de sus bases militares en la región como una forma de combatir el narcotráfico y el terrorismo. “Antes de los nuevos convenios los estadounidenses tenían 12 bases reconocidas (…), pero pese al despliegue de recursos y efectivos militares el narcotráfico seguía viento en popa y el país del norte continuó siendo el primer consumidor mundial de drogas. El terrorismo no está ni en América Latina ni en el Caribe, sino en los países a los que Washington lleva sus guerras y el dinero del narcotráfico que, según los estudiosos del tema, se lava mayoritariamente en los bancos estadounidenses, lo que hasta antes del estallido de la crisis económica actual habría contribuido a paliar los déficit fiscales”, dice la periodista Frida Modak.
Base 1: la de Comalapa en El Salvador. Base 2: en Honduras, la base Soto-Cano, antes Palmerola, donde llevaron al secuestrado Presidente Zelaya antes de sacarlo del país. Base 3: en Costa Rica, país sin ejército, en la base de Liberia funcionó hasta 1995 un sistema de radar que entra de nuevo en funciones, según Paul Trivelli, subcomandante del Comando Sur, quien señaló también que en la localidad de Caldera se invertirán 15 millones de dólares en una base naval en construcción. Bases 4 a 10: en Colombia hay siete bases, la más importante la de Palanqueros; los militares estadounidenses podrán usar todos los aeropuertos del país. Base 11: Perú, aunque sin bases estadounidenses, ha permitido el ingreso de militares de Estados Unidos y la construcción de instalaciones en Iquitos y Nanay, zona fluvial de la Amazonia peruana. Base 12: en Paraguay se encuentra la base militar Mariscal Estigarribia estratégicamente ubicada en la región del Chaco, a 200 km de Argentina y Bolivia y a 300 de Brasil, próxima al Acuífero Guaraní, la mayor reserva de agua dulce del mundo. Las bases 13 a 16 en el Caribe: la de Guantánamo en Cuba, la Reina Beatriz en Aruba, la de Hatos en Curazao y la de Vieques en Puerto Rico. Las cuatro bases que restan para llegar a 20 son las que se instalarán en Panamá.
El ex presidente colombiano Ernesto Samper dijo en una entrevista: “¿Van a traer los C17 para llevar masivamente a los narcotraficantes? ¡Por Dios! Esto es un portaaviones para vigilancia electrónica para el hemisferio y eso es lo que temen con razón, no solamente Venezuela (…), sino también Brasil y los países de Unasur”. Definitivamente, todos salimos perdiendo cuando los gobiernos invierten más en la industria de la muerte que en la de la vida, y la pregunta sería ¿y todo para qué?
Cuentan que uno de los momentos más crueles se vive cuando una víctima de tortura cree que ya terminó el suplicio y éste vuelve a comenzar. En medio de una renovada y absurda polarización en Latinoamérica, hay un ruido de tambores que me pone nerviosa. Apenas comenzábamos a respirar luego del fin de los conflictos armados en el continente (o a lo mejor así lo quisimos creer desde nuestro más sentido anhelo de paz), cuando una nube negra amenaza con situarse de nuevo sobre nuestras cabezas.
El convenio entre Colombia y Estados Unidos para establecer siete bases militares estadounidenses en territorio colombiano levantó mucho polvo; sin embargo, ahora tendríamos que sumarle a lo anterior cuatro nuevas bases estadounidenses en Panamá, todas con sus respectivos sistemas de espionaje. Definitivamente, un salto atrás para una nación que peleó su soberanía hasta la expulsión de las anteriores bases militares de Estados Unidos en ese territorio.
Estados Unidos justifica la expansión de sus bases militares en la región como una forma de combatir el narcotráfico y el terrorismo. “Antes de los nuevos convenios los estadounidenses tenían 12 bases reconocidas (…), pero pese al despliegue de recursos y efectivos militares el narcotráfico seguía viento en popa y el país del norte continuó siendo el primer consumidor mundial de drogas. El terrorismo no está ni en América Latina ni en el Caribe, sino en los países a los que Washington lleva sus guerras y el dinero del narcotráfico que, según los estudiosos del tema, se lava mayoritariamente en los bancos estadounidenses, lo que hasta antes del estallido de la crisis económica actual habría contribuido a paliar los déficit fiscales”, dice la periodista Frida Modak.
Base 1: la de Comalapa en El Salvador. Base 2: en Honduras, la base Soto-Cano, antes Palmerola, donde llevaron al secuestrado Presidente Zelaya antes de sacarlo del país. Base 3: en Costa Rica, país sin ejército, en la base de Liberia funcionó hasta 1995 un sistema de radar que entra de nuevo en funciones, según Paul Trivelli, subcomandante del Comando Sur, quien señaló también que en la localidad de Caldera se invertirán 15 millones de dólares en una base naval en construcción. Bases 4 a 10: en Colombia hay siete bases, la más importante la de Palanqueros; los militares estadounidenses podrán usar todos los aeropuertos del país. Base 11: Perú, aunque sin bases estadounidenses, ha permitido el ingreso de militares de Estados Unidos y la construcción de instalaciones en Iquitos y Nanay, zona fluvial de la Amazonia peruana. Base 12: en Paraguay se encuentra la base militar Mariscal Estigarribia estratégicamente ubicada en la región del Chaco, a 200 km de Argentina y Bolivia y a 300 de Brasil, próxima al Acuífero Guaraní, la mayor reserva de agua dulce del mundo. Las bases 13 a 16 en el Caribe: la de Guantánamo en Cuba, la Reina Beatriz en Aruba, la de Hatos en Curazao y la de Vieques en Puerto Rico. Las cuatro bases que restan para llegar a 20 son las que se instalarán en Panamá.
El ex presidente colombiano Ernesto Samper dijo en una entrevista: “¿Van a traer los C17 para llevar masivamente a los narcotraficantes? ¡Por Dios! Esto es un portaaviones para vigilancia electrónica para el hemisferio y eso es lo que temen con razón, no solamente Venezuela (…), sino también Brasil y los países de Unasur”. Definitivamente, todos salimos perdiendo cuando los gobiernos invierten más en la industria de la muerte que en la de la vida, y la pregunta sería ¿y todo para qué?
Fuente: http://www.prensalibre.com.gt/pl/2009/diciembre/03/357191.html
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