Los pacientes con dengue padecen permeabilidad capilar, que es cuando los fluidos se filtran de sus vasos sanguíneos a los tejidos circundantes, lo que provoca problemas para respirar y complicaciones en órganos importantes como el cerebro, el hígado y los riñones.
“El virus tiene un impacto en la pared de los capilares y permite que más fluidos abandonen los vasos y pasen a los tejidos”, dijo Jeremy Farrar, profesor de medicina tropical y director de la Unidad de Investigación Clínica de la Universidad de Oxford, en Vietnam.
“Las complicaciones son por ingreso de mucho líquido a los pulmones, lo que dificulta la respiración. En las personas que tienen un IMC (índice de masa corporal) alto, sus capilares son intrínsecamente más propensos a filtrar (fluido), lo que empeora ante una infección por dengue”, explicó Farrar tras una conferencia sobre enfermedades infecciosas en Singapur. El dengue solía ser una enfermedad prevalente entre los niños pequeños, pero ahora casi cualquiera es susceptible a él y los números de la infección aumentaron debido a laurbanización y el movimiento constante de personas, condiciones que permiten al mosquito transmisor Aedes aegypti prosperar. La Organización Mundial de la Salud estima que cada año se producen 50 millones de infecciones por dengue en todo el mundo. Entre ellas, hay 500.000 casos severos de lo que se conoce como fiebre hemorrágica del dengue. Anualmente se producen unas 22.000 muertes, en su mayoría en niños. El dengue es una enfermedad cara, ya que cuesta un promedio de 1.394 dólares por cada paciente hospitalizado. En cada caso se pierden por lo menos 10 días laborales. Alrededor de 2.500 millones de personas viven en los más de 100 países endémicos y en zonas donde el virus del dengue puede transmitirse. Hasta el momento no existe cura ni vacuna contra el dengue, aunque la farmacéutica Sanofi-Aventis SA cuenta con una inmunización candidata en etapa final de desarrollo clínico.
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