Estudios anteriores y una reciente investigación realizada en Australia muestran que quienes no comen nada por la mañana suelen adherir también a otros hábitos poco saludables como el tabaquismo o el sedentarismo.
También se detectó una asociación con el colesterol alto.¿Puede el solo hecho de saltearse el desayuno –algo que muchos por apuro, costumbre o simple negación hacen habitualmente- representar una conducta de riesgo para la salud del corazón? De acuerdo con los datos de una reciente investigación australiana, sí. En línea con numerosos estudios anteriores las conclusiones del equipo de la Universidad de Tasmania liderado por la Dra. Kylie Smith muestran que las personas que durante su infancia y adultez no desayunaban tuvieron mayor propensión a sufrir enfermedad cardíaca, en comparación con aquellas que comían al levantarse. “Efectivamente, se ve que las personas que no desayunan habitualmente tienen otras conductas nocivas o perjudiciales para la salud entre las que se cuentan el tabaquismo y el sedentarismo. También se observa una mayor prevalencia de trastornos alimentarios”, admitió el Dr. Sergio Baratta, médico del staff de cardiología del Hospital Universitario Austral (HUA), donde se desempeña como jefe de Cardiología No Invasiva. “Asimismo, es probable que el ayuno prologado modifique el consumo metabólico basal siendo más habitual el depósito graso. Este riesgo es igual para todos. Sin embargo en las personas que además tienen otros factores de riesgo, la posibilidad de sufrir una patología cardíaca es mayor”, añadió. Entre las cuestiones que hay que cuidar para mantener una buena salud cardiovascular, el Dr. Baratta enumeró: “Es importante mantener una dieta equilibrada compuesta de 4 comidas y 2 colaciones. También hay que tener una baja ingesta de sodio, y es recomendable reducir las grasas y los hidratos de carbono simples (azúcares). Por otro lado es vital realizar ejercicio físico aunque sea 30 minutos 5 veces por semana, así como también ingerir 5 porciones diarias de frutas y verduras. Finalmente, no hay que fumar y es importante realizarse exámenes médicos periódicamente”. Más datos sobre el estudio:Transitando la línea de investigaciones anteriores que habían asociado la falta de desayuno con el aumento de peso, así como también con la posibilidad de tener colesterol alto, el equipo de Smith analizó datos en el marco de un relevamiento denominado “Childhood Determinants of Adult Health” del cual participaron personas que fueron entrevistadas en dos oportunidades: en 1985 cuando tenían entre 9 y 15 años, y 2004-2005. Según consta en la reciente edición del American Journal of Clinical Nutrition, se consideró que los niños no desayunaban cuando respondían que no habían comido nada antes de ir a la escuela, mientras que para los adultos el parámetro fue no haber ingerido nada entre las 6 y 9 de la mañana. Finalmente el equipo observó que las personas que nunca desayunaban tenían un perímetro de cintura 5 centímetros mayor que aquellas que siempre habían cumplido con esa comida. Ese grupo tenía también niveles más elevados de insulina, colesterol total y colesterol LDL o “malo”. Investigación propia y localEn el año 2007 el HUA realizó una encuesta en diversas escuelas de la zona de la cual participaron 6.313 niños y jóvenes de entre 6 y 21 años. De acuerdo con los datos obtenidos la frecuencia semanal del desayuno era de 6-7 veces en el 65,9% de los casos y de entre 4 y 5 en el 13,4%. Por su parte el 13,7% de los encuestados desayunaban entre una y 3 veces por semana, y el 7% no lo hacía nunca. La alimentación de los encuestados se basaba en una dieta rica en grasas, azúcares y sal con un alto consumo de carnes rojas y bajo de pescado. La ingesta de frutas y verduras fue muy baja. “Los datos analizados fueron similares a los que arrojó la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, que recoge información de todo el territorio argentino; y la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo realizada en mayores de 18 años de todo el país”, expuso el Dr. Baratta. “La evidencia científica demuestra que el riesgo de padecer enfermedad cardiovascular en la segunda mitad de la vida comienza en la infancia, y está vinculado al estilo de alimentación, al nivel actividad física y al consumo de tabaco. Por eso es tan importante trabajar sobre los chicos de las escuelas”, dijo el especialista. “También se ha demostrado que la frecuencia diaria de comidas mantiene una relación inversamente proporcional con el índice de masa corporal. Por eso la omisión del desayuno se asocia a una mayor prevalencia de sobrepeso, obesidad y enfermedades crónicas”, continúa. “La manifestación de la enfermedad en los adultos es sólo la punta del témpano, pero su inicio puede remontarse a la segunda o tercera década de la vida. Nuestro mensaje es que debemos empezar a educar –no sólo brindando consejos sino también dando herramientas concretas para lograr un cambio de hábitos que ayude a preservar la salud- desde la infancia, por ejemplo promoviendo la lactancia materna. Esperar la adolescencia podría ser demasiado tarde”, concluyó el especialista.
Contacto: Dr. Sergio Baratta: SBARATTA@cas.austral.edu.ar
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