domingo, 8 de noviembre de 2009

Usemos nuestro mejor raciocinio y pensemos en TODA Guatemala...

ALEPH
http://www.prensalibre.com/pl/2009/noviembre/07/353474.html
Guatemala, 7 de noviembre de 2009
Carolina Escobar Sarti
¿Desobediencia civil y obediencia religiosa?

Más de la mitad de las mujeres jóvenes indígenas del área rural ha tenido un parto antes de los 20 años, y siete de cada 10 sin educación primaria tuvieron un parto antes de los 20 años. Al menos eso dice la Encuesta Nacional de Salud Materno Infantil. Romanticismos y dogmatismos aparte, eso perpetúa el ciclo de la miseria en que vive sumida buena parte de la población de nuestro país, y significa la reducción de la autonomía social y económica de muchas mujeres jóvenes, además de poner en riesgo sus vidas y las de sus hijos o hijas.
Sin saber escribir siquiera su nombre y sin entender qué es eso tan rebuscado de los valores y principios en una sociedad que las tiene viviendo al margen de todas las orillas, las adolescentes difícilmente estarán interesadas en la controversia que ha desatado la Ley de Planificación Familiar. No saben que una historia de siglos y la perpetuación de esta desde la Iglesia, la política, la academia y demás instituciones que sostienen el statu quo son lo que no permite que salgan de ese estrecho círculo del “creced y multiplicaos”. A ellas, hablémosles de abstinencia, contratémoslas para el trabajo doméstico como su máxima aspiración en la vida y digámosles que Santa Claus existe.
Guatemala es el país con las más altas cifras de embarazos adolescentes de toda la región centroamericana y también ostenta con orgullo una de las cifras más altas de toda Latinoamérica de mortalidad materna e infantil. En este contexto de muerte e hipocresía, en una ocasión anterior y en medio de un debate sobre anticonceptivos, el jerarca de la Iglesia Católica guatemalteca apareció en la primera plana de un diario con una bala en la mano; hoy se aparece con un aspirador manual endouterino. Toda esta caricatura para justificar la postura medieval de la Iglesia en contra de iniciativas de planificación familiar. Indudablemente, en actitudes como esa encontramos el símbolo más contundente de nuestro subdesarrollo; ojalá los liderazgos se sostuvieran sobre principios de conciencia y no sobre los prejuicios de una moral timorata.
El cardenal sugirió a los padres y madres practicar la desobediencia civil para hacer valer su derecho de decidir qué tipo de educación sexual y reproductiva darán a sus hijos e hijas. Solo le faltó decir, aprovechándose del dogma de fe: desobedezcan al Estado y obedezcan a la Iglesia. Si de verdad respetara el derecho a decidir, no les estaría pidiendo que hicieran caso a la Iglesia o al Estado o a la televisión o a la tradición, sino a convicciones más profundas de conciencia que tienen que ver con una realidad innegable de extremos, de complejidades y de abandonos sostenidos en contra de la niñez, adolescencia y juventud de este país.
Es perverso ese manejo de la fe sin sustancia. Seguro no han entendido que la sexualidad no significa solo tener relaciones sexuales ni reducirlo todo a la genitalidad, sino que constituye una dimensión vital para el desarrollo integral de cualquiera, hasta el de los célibes y castos. Es indolente e inútil querer esconder información en un mundo globalizado y tecnificado, donde hasta los bebés son estimulados y bombardeados con cientos de mensajes de todo tipo. Y, señores de las iglesias, negar información a personas en formación en una sociedad donde muchas niñas y mujeres mueren por dar a luz es, como dirían ustedes, un pecado.
Tenemos la responsabilidad de formar a niñas, niños, adolescentes y jóvenes hablándoles abiertamente de salud sexual y reproductiva. Y esta va mucho más allá de los métodos anticonceptivos; hay que contarles que la sexualidad en la vida de cada una y cada uno de ellos puede basarse en el amor y en la comprensión, más que en el miedo y el pecado. Y no se preocupen, jerarcas de todas las iglesias, que con o sin su permiso, con o sin su distorsión, la humanidad seguirá caminando.
cescobarsarti@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario